Estábamos muy cerca de la entrada al parque nacional de Plitvicka Jezera así que casi no cogimos las motos que ya hacíamos la primera parada. Nuestra intención era dar una vuelta por el parque, ahí hay diferentes rutas propuestas de diferentes duraciones para hacer andando, también hay como un trenecito de ruedas que da la vuelta por el parque y unos barcos que te llevan por unos lagos muy grandes que hay.
Bueno, pues resulta que para entrar al parque había que pagar, no recuerdo cuanto, pero no era algo que estuviésemos dispuestos a pagar por un paseo de media hora por el parque. Decidimos dar una vuelta por los aparcamientos (estaban dentro del parque y las motos entran gratis) a ver si nos podíamos colar, pero decidimos que no queríamos perdernos por el parque o que nos metieran una multa, así que, aburridos hicimos un par de videos en los aparcamientos con el fondo del bosque haciendo como si nos hubiéramos perdido por el parque… Finalmente nos cansamos de hacer el burro y volvimos a las motos a continuar con nuestra ruta.
Muy cerca de la frontera con Eslovenia paramos a comprar pan, y por casualidad, haciendo maniobras para dar la vuelta descubrimos en un descampado una especie de exhibición al aire libre de maquinas de guerra, era un solar lleno de tanques, cañones antiaéreos, un vehiculo anfibio, blindados, un caza derribado, estaban ahí como abandonados pero como estaban colocados alrededor del solar, mas o menos ordenados entendimos que aquello estaba puesto ahí para que la gente lo viera. Estuvimos haciendo muchas fotos, subiéndonos a los tanques como niños pequeños, mirando dentro de los blindados, flipando con el turborreactor del caza. Al irnos vimos un cartel, al parecer aquel era el futuro emplazamiento de un museo bélico sobre la guerra de los Balcanes.
Cruzamos la frontera sin mas problemas y entramos en Eslovenia, aquello ya era Europa, y se notaba muchísimo, la verdad es que desde mi ignorancia me imaginaba Eslovenia de otra manera, me recordó mucho a Holanda, todo eran casas con jardín, buenos coches, bastantes moteros, se notaba mucho que había un nivel de vida bastante alto.
Como ya descubrimos el segundo día de ruta, cuando cruzamos fugazmente un trocito de Eslovenia, para usar las autopistas hay que comprar una pegatina a la que llaman viñeta, las venden en las gasolineras o áreas de servicio, la viñeta se compra para un periodo de tiempo (por ejemplo una semana, un mes etc…) si te cogen usando la autopista sin viñeta o con esta caducada te multan.
Nos dio rabia pagar la viñeta esta así que decidimos que cruzaríamos Eslovenia sin usar la autopista, fue un error, cuando llevábamos 12 rotondas de pueblo en pueblo nos empezamos a arrepentir pero, como somos cabezones y catalanes, nos mantuvimos firmes en nuestra decisión de no pagar y de pueblo en pueblo llegamos a Ljubljana, la capital de Eslovenia, en la que pasaríamos la noche.
Dimos unas vueltas por Ljubljana buscando un sitio para comer, es una ciudad con un aspecto muy europeo, muy bonita, limpia y nada masificada, al menos en esta época del año. Nos costo un poco encontrar un sitio económico para comer, aquí los precios ya son europeos, finalmente encontramos una terraza en la que nos comimos unas ensaladas buenísimas y una lasaña de verduras muy resultona.
Ya con la barriga llena empezamos a buscar sobe, fuimos casi directos al youth hostel de la ciudad y acertamos, por un precio aceptable teníamos una habitación con dos camas, desayuno incluido, duchas compartidas, ordenadores para conectarnos a Internet y lo mas importante, parking en el interior del recinto para las motos.
Nos instalamos y salimos a conocer un poco la ciudad, teníamos toda la tarde por delante, a los dos nos impresiono mucho la ciudad. Por el centro pasa el rio Ljubljanica, los puentes que cruzan este río son preciosos, especialmente el Zmajski most (puente de los dragones) y el Tromostovje (Puente triple), vale la pena mucho tambien visitar, ni que sea por fuera, la Stolnica svetega Nikolaja (Catedral de San Nicolás), tiene unas puertas en relieve bastante impresionantes. También es típico subir al Ljubljanski grad, un castillo situado en la cubre de una colina, en el centro de la ciudad, se sube andando en 15 minutos.
En el centro de la ciudad hay mucha vida, muchas terrazas, mercadillos, actuaciones en medio de la calle (desde marionetas hasta un tío tocando la gaita).
Después del paseo, estuvimos un rato en el Youth Hostel descansando y salimos a cenar por el centro, aunque era domingo, por la noche la ciudad estaba todavía mas llena de vida, terracitas, restaurantes, había para elegir. Cenamos en una terraza, escogimos el sitio porque tenían queso asado, lo había probado en Croacia y me gusto mucho, por desgracia se les había acabado…
Después de cenar salimos a buscar algunos sitios de fiesta que nos había marcado en el mapa una camarera preciosa que nos había servido tomando unos cócteles en la terraza del castillo. Por desgracia no los encontramos todos y los que vimos estaban cerrados así que nos fuimos al Youth Hostel a dormir.
Viaje a Syldavia 
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