Por la mañana, cuando nos levantamos los Polacos ya se habían ido, nosotros recogimos y empezamos a tirar hacia el parque nacional de Durmitor, por la E65, Belgrad Road.

Por el camino continuamos descubriendo el pintoresco código de circulación montenegrino, primero nos cruzamos con un policía en una moto bastante grande (me pareció una BMW), circulando sin casco a toda pastilla, bueno, casco llevaba, pero lo llevaba atrás atado. Otro momento folclórico fue cuando, en un tramo de la carretera que tenia tres carriles, uno para cada sentido y uno central para adelantar en nuestro sentido, estoy yo adelantando un camión en una curva bastante abierta cuando me aparece, por mi carril, contra dirección un coche de la policía, sin luces ni nada, y lo mejor, aunque el carril de su sentido estaba vacío, el que se tubo que apartar fui yo. Yo ya iba entendiendo porque en la frontera habíamos visto carteles animándonos a denunciar la corrupción, a saber que te pasa si lo haces…

En unas horas nos desviamos de la Belgrad Road para meternos por el famoso Tara Canyon, un cañón de 80 Km de longitud y 1300 metros de profundidad, lo llaman el Colorado europeo, la verdad es que es un sitio muy bonito, y la carretera de curvas que lo cruza de punta a punta es bastante entretenida. Lo único es que realmente cuando estas dentro no parece un cañón, mas bien tienes la sensación de estar en un valle un poco estrecho por el que pasa un río.

Una vez cruzado el cañón, nos adentramos por fin al parque nacional de Durmitor, subiendo por una carretera en zig zag llegamos a unas grandes praderas sin demasiada vegetación, apenas había alguna casa y al fondo se observaban unos montes con las cimas todavía heladas y con unos grandes glaciares que se extendían por sus faldas.

Cruzadas estas llanuras llegamos a Zabljak, parecía un pueblo bastante turístico, con mucho movimiento, también observamos que había muchos chalets de estilo alpino en construcción, a mi me recordada bastante a Jaca. Aprovechamos la parada para comprar pan.

De Zabljak cogimos una pequeña carretera que no aparecía en nuestros mapas pero que sabíamos que existía y que nos tenia que llevar hasta Pluzine cruzando todo el Durmitor. No estábamos muy seguros de en que estado estaría la carretera, el tema es que por mal que estuviera teníamos que intentar cruzarla porque sino tendríamos que volver atrás y dar una vuelta que nos haría perder un día entero.

Sin estar muy seguros de que lo era, empezamos a circular por una pequeña carretera que se internaba en el parque, aquello era precioso, el paisaje era alpino, la carretera cruzaba valles de alta montaña, subía y bajaba serpenteante por un entorno espectacular. El asfalto estaba bastante bien, era una carretera muy estrecha, como de un solo carril, pero no nos encontramos prácticamente con nadie en todo el rato.

El único percance lo tuvimos cuando recordamos que no habíamos repostado, a mi me sobraba deposito para llegar a Pluzine y mas, pero la Hornet de Oriol se estaba quedando seca y no teníamos muy claro cuanto nos quedaba de carretera. Por suerte la cornuda aguanto pero llego a la gasolinera con el deposito seco seco.

La bajada del Dormitor también es digna de mención, empiezas a bajar muchísimo por una pared muy alta (La que se ve en la foto aquí abajo) por la que transcurre una carretera en largos zigzags, hay momentos en que la carretera se mete dentro de la roca, por unos túneles de roca y sin iluminación bastante rústicos. Llega un momento en el que incluso encuentras un desvío dentro del mismo túnel, con sus cartelitos y todo.

De camino a la frontera con Bosnia nos paramos a comernos unos deliciosos bocadillos al lado de una fuente que resulto ser el sitio de parada para refrescarse de todos los que venían de la frontera. Al cruzar la frontera, el guarda bosnio vio en mi pasaporte que eramos de Barcelona y empezó «Oh Barcelona! Força Barça!», ya era hora de encontrar a uno simpático, y culé!

Una vez cruzada la frontera en un par de horas llegamos a Sarajevo, entramos por la lamentablemente famosa «Sniper Alley», una avenida bastante principal que fue especialmente castigada por los francotiradores Serbios. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al youth hostel, estaba lleno, pero hicieron una llamada y nos dijeron que había sitio en un Sobe bastante cercano al centro y en el que podríamos dejar las motos a cubierto. Quedamos con el tio del sobe en un punto de la ciudad y nos llevo al sobe, era como una casa de huéspedes, teníamos nuestra habitación, el baño era compartido, y teníamos acceso a la cocina, un sofá con tele, un ordenador con internet… Aquello estaba realmente bien, era el sitio ideal para tomarnos un día de descanso.

Una vez instalados salimos a visitar Sarajevo, dimos una vuelta por la Bascarsija, el bazar de Sarajevo, lleno de pequeñas tiendas en las que venden un poco de todo: artesanía, souvenirs, ropa, joyas… Visitamos también la mezquita de Gazi Husrev Bey, con un patio muy tranquilo y una fuente muy bonita. Finalmente cenamos unos Burek y nos fuimos a dormir temprano para recuperar fuerzas para nuestro día de descanso.

Dejamos Dubrovnik y nos dirigimos a cruzar la frontera con Montenegro. Hasta este momento las fronteras las habíamos pasado todas muy rápido, te miran el pasaporte y si eres europeo parece ser que pasas sin mas problemas, en la frontera con Montenegro había cola, estaban haciendo registros a algunos coches y nos toco aguantar una interminable cola con las motos bajo un sol terrible.

En eso que ya estaba yo casi delirando por el calor cuando oigo una voz en catalán que me dice «Ei, d’on sou?» (Ei, de donde sois?), yo que pienso que tengo ya alucinaciones y me esta hablando dios (o ala o quien sea!) decido ignorarlo, en eso que oigo a Oriol hablando también en catalán y pienso, pobre Oriol, el también esta hablando con dios… En estas que desperté de mis delirios y me doy cuenta que hay un tio con una BMW R1200C al lado de Oriol hablando con el! Hay que ver! Dios va en BMW! Que pijo no?

Total, que como decimos por aquí, vas por el mundo y encuentras catalanes por todas partes, nuestro nuevo amigo se llama Ferran (como yo), también es de Sant Andreu (el mismo barrio de Barcelona que nosotros), y estaba haciendo en solitario una ruta por los Balcanes. Ferran llevaba ya muchos días por Croacia y Bosnia y se dirigía a Grecia cruzando Montenegro y Albania, como nuestras rutas coincidían en el tramo de Montenegro hicimos esta etapa juntos.

Dejada atrás, sin demasiados problemas, la frontera Montenegrina, dos dirigimos a Kotor, la que esta llamada a ser la Montecarlo de los Balcanes, la carretera era bastante bonita, siempre paralela a la costa, da toda la vuelta a una gran y serpenteante bahía.

A mi personalmente todo aquello me recordaba mucho al cómic de «Tintin y el cetro de Ottokar», ya a la vuelta del viaje he sabido que el cómic sucede en un ficticio reino Balcánico llamado Syldavia y que la bandera de este esta inspirada en la de Albania. No iba yo tan desencaminado.

Llegados a Kotor dejamos las motos y nos fuimos los tres a visitar la cuidad fortificada, muy bonita y cuidada, parecida a Dubrovnik aunque quizá no tan espectacular. Después de unas cuantas vueltas y muchas fotos nos sentamos a comer en una terraza en la que habían instalado unos ventiladores que ademas de tirar aire tiraban un poco de agua pulverizada, se agradecía por que el calor era sofocante.

De Kotor nos dirigimos a Cetinje, pero no por la carretera de la costa sino por una de interiores que nos habían recomendado, la carretera sube por el monte situado justo detrás de Kotor en zigzag, las vistas sobre la bahía de Kotor son preciosas, solo hay que ir con cuidado porque bajan autocares turísticos que van bastante a saco (primera rascada en mis maletas pegándome a la pared para que no se me comiera el autocar).

Cetinje no parece tener nada que valga la pena visitar así que nos dirigimos a Budva, otra ciudad fortificada, por algo la llaman la pequeña Dubrovnik, aquí tomamos un refresco y nos deleitamos viendo los «monumentos» locales, dignos de mención.

A continuación fuimos hasta Sveti Stefan, un islote muy cerca de la costa totalmente saturado de bonitas casitas de piedra que había sido una comunidad de pescadores hasta que fue comprado por una cadena hotelera para hacer un complejo turístico de lujo. A nosotros nos pareció que estaba en funcionamiento, pero dice Vander que no lo esta porque la gente de alli consideran la isla patrimonio suyo y quieren que se pueda visitar.

Aquí se separaban los caminos con nuestro fugaz compañero de ruta, nos deseamos suerte y nos dimos los emails para quedar a la vuelta y contarnos aventuras (esta semana que viene quedaremos con el, sabemos que llego hasta Grecia y que todo fue bien también para el).

Con Oriol decidimos tirar hasta Podgorica, la capital de Montenegro, a partir de aquí descubrimos el autentico Montenegro. Ya era de noche, nos dirigíamos a Podgorica por la E65, una carretera principal formada por dos carriles, una para cada dirección, y un arcén de tierra que podía tener un metro en el mejor de los tramos. Había mucha circulación, lógicamente, habiendo un solo carril, el trafico era bastante lento, en eso que veo que tres coches por detrás nuestro, dos coches empiezan un adelantamiento, nos pasan, algo por delante nuestro el primero reduce como para meterse otra vez en su carril y el de justo detrás le adelanta por el arcén para seguir con el adelantamiento, primera vez que lo veo en mi vida, el adelantamiento de un adelantamiento en dos carriles de los cuales uno es contra dirección. Pasó mas veces, aquello era la jungla.

Llegamos a Podgorica y empezamos a buscar «sobe», en eso que en un semaforo aparece una pareja de moteros en una Africa Twin cargadisima de bultos (que morbo de moto!), y la artillera me pregunta «are you looking for somewhere to sleep?», «yes» le digo yo, me contesta «we are looking too, we follow you!», «ok!». Dimos unas vueltas, preguntamos en un hotel pero era demasiado caro, finalmente decidimos tirar un poco mas arriba de Podgorica y justo en la salida encontramos un sitio, pero que sitio!

Aquello parecía el hotel de «Abierto hasta el amanecer», mientras Oriol y la artillera entran a preguntar, el piloto de la Africa twin seguía montado en su moto, sin parar el motor ni quitarse el casco mirando alrededor, me acerco a charlar con el y me dice, «This don’t seems to me a good place to sleep», yo intentándolo animar. Por los alrededores había gente, con pinta de currantes, lo que mas me sorprendio es que eran todos muy morenos, como mas árabes, no parecían ser de los balcanes. El chico me dice «This people are a little weird…», en fin, que no lo veía demasiado claro.

Finalmente, como no había nada mejor nos instalamos ahí. Hablando con la pareja de moteros supimos que eran de Polonia (Mira, polacos como nosotros!), habían estado en Albania, pero solo de paso, y dijeron que casi no se atrevieron ni a sacar la cámara para hacer fotos, no creo que sea para tanto no? También nos contaron que les habían robado los cascos, a parecer los dejaron sobre la moto (sin atar) y se fueron a dar una vuelta… Estos polacos…

Después de cenar en la habitación (unos bocatas made in Oriol), bajamos al bar del hotel a tomar algo. Este consistía en una especie de cubierto/barraca delante del hotel en la que había una barra con una neverita. En eso que entramos, nos mira todo el mundo, vamos a sentarnos en un sitio y la jefa del hotel, una tia gigante, nos dice «No! you sit here» señalándonos otra mesa. Flipando, nos sentamos, conseguimos que nos pongan unas birras, y al rato un señor de mediana edad, se pone a hablar con nosotros en un idioma que no entendemos, el tio dale que te pego y nosotros poniendo cara de «no estamos entendiendo nada!», en estas que Oriol pilla una palabra «rabota», es ruso, significa trabajo. Al cabo de un buen rato entendimos que todos ellos eran Turcos (por eso el color de la piel!), estaban trabajando en la construcción, y el señor con el que hablábamos había estado trabajando en muchos paises (Russia, Uzbekistan, Pakistan, Iran, Libia…).

Al cabo de un rato bajaron la pareja de la Africa Twin, una gente muy maja, ellos se entendían algo mejor con los turcos, y nos corroboraron lo que habíamos entendido. Estuvimos hablando bastante rato, y sacamos el mapa para ver por donde íbamos a tirar, en estas que a los currantes turcos les da por ponerse a mirar el mapa, todos buscando algo en el mapa, pueblo a pueblo, en esto que la chica me dice «I can’t belive, they are searching Turquia!», nosotros no sabíamos ya como ponernos, evidentemente en el mapa no estaba Turquia, por suerte llego uno que debia ser el capataz, se miro el mapa y les dijo «Turquia esta aqui!» (en su idioma!) señalando fuera del mapa hacia el lado donde debía quedar Turquia, nos echamos unas risas!

A los Polacos les dejamos nuestra pitón porque no se fiaban mucho de dejar la moto ahí fuera (no llevaban nada para atarlas o bloquearla!), y ellos nos lo agradecieron regalándonos una botellita de vodka de Polonia. Nos despedimos que ellos que se querían levantar temprano y nos fuimos a dormir.

Nos levantamos en Mostar, hace muy buen día, habíamos quedado con Merima (una chica Bosnia amiga de Oriol) para tomar algo y charlar esta mañana, teníamos que dejar la habitación a las 11 así que recogemos las maletas y le pedimos al tio de la casa que nos lleve a buscar nuestras motos.

Cogemos las motos y nos dirigimos hacia el centro con la intención de aparcarlas por ahí, encontramos un descampado de tierra en el que hay varios coches aparcados, aparcamos y un par de tios que estaban sentados en una silla plegable nos dicen que tenemos que pagar para aparcar, al principio nos dicen un precio en KM (convertible marks, la moneda local) que se iba como a 20 euros por cabeza, se lo hacemos repetir en euros y nos dicen que 7 euros. En fin, intentamos regatear diciéndoles que es muy caro a lo que responden, «security, security», seguramente si no pagamos ellos mismos se encargaran de robarnos las motos así que pagamos los 7 euros por barba y nos largamos para el centro con cara de guiri.

Dando una vuelta Oriol se da cuenta de que hay sitios en los que hacen «burek», otro plato típico de los Balcanes, es como una especie de pasta rellena de carne, de queso o de espinacas, enrollada como una ensaimada enorme que te sirven cortando una porción, la verdad es que esta muy bueno pero decidimos dar una vuelta y después ya comeremos.

Al cruzar el famoso puente de Mostar (Destruido durante la guerra y reconstruido después), observamos el entretenimiento turístico consistente en unos tíos en bañador que recogen dinero a cambio de saltar de del puente hasta el agua, son mas de 20 metros, yo hago baranquismo y estoy habituado a saltar desde bastante altura al agua y os aseguro que aquello tenia merito, yo no se si me atrevería. Ademas luego nos contaron que a ese rio van todas las alcantarillas de la ciudad así que no es muy higiénico bañarse en el.

Damos unas vueltas por Mostar, compramos algunos souvenirs freakis (entre ellos el cargador de una AK-47), y nos sentamos a comer burek. Mientras estamos en la terraza comiéndonos el burek Oriol reconoce a Merima que pasaba en aquel momento por ahí, esta embarazada y viene de hacerse una ecografia, se sienta con nosotros a desayunar. Estuvimos bastante rato hablando con Merima, sobre la situación de país, el paro, la guerra, las minas, la corrupción, el turbo folk… La verdad es que valió mucho la pena hablar con ella, es una mujer de armas tomar, que dice las cosas sin embudos, tanto que nos convenció para que fuéramos a visitar Blagaj, su pueblo.

Merima se fue en autocar hacia su pueblo, y nosotros dimos alguna vuelta mas y cogimos las motos para dirigirnos también hacia allí. Una vez en Blagaj dejamos las motos en casa de Merima y nos fuimos andando con ella a visitar el Tekija, una especie de casa sagrada muy importante para la gente musulmana y que ademas esta en el lugar en el que el río Buna surge de una enorme pared. El sitio es realmente bonito, aunque esta prohibido bañarse Oriol se dio un chapuzón, allí Merima era la lei así que nadie nos dijo nada.

Tomamos una especie de refrescos a base de infusión de plantas y entramos ha visitar el Tekija, a Merima la hicieron cubrirse la cabeza con un velo, ella, a pesar de ser musulmana se resistió bastante porque decía que hacia calor para ir con velo, un carácter de mujer. La casa era bastante bonita, todo el suelo enmoquetado (había que ir descalzo), habitaciones muy bonitas llenas de libros sobre el Islam.

Se nos había hecho tarde, eran como las 4 de la tarde y no habíamos comido, decidimos saltarnos la comida y irnos ya para intentar llegar hasta Dubrovnik (Croacia), nos despedimos de Merima y nos fuimos. Aquí seguimos una carretera que nos había recomendado Vander, realmente espectacular, circulas por la ladera de unos montes y ves unas inmensas praderas despobladas que te hacer parecer que estas en la estepa siberiana.

Bosnia y Herzegovina, des de la guerra esta dividida en dos federaciones, la federación de Bosnia y Herzegovina, formada mayoritariamente por Bosnios Musulmanes, los originales habitantes de estas tierras, y la república Srpska, formada mayoritariamente por Serbios, los que invadieron el país cuando, caída Yugoslavia, Bosnia se independizo. Esta zona pertenece a la república Srpska, así que todos los carteles están en cirilico por lo que resulta fácil perderse (gracias GPS!!!).

Finalmente cruzamos la frontera con Croacia y llegamos a Dubrovnik, estuvimos dando bastantes vueltas para encontrar un sobe que nos convenciera, al final encontramos una casa en la que podíamos dejar las motos dentro gestionada por una pareja de ancianos que no hablaban ni Ingles, suerte de la hija que si que lo hablaba.

Una vez instalados nos fuimos hasta la zona fortificada de Dubrovnik (nos quedaba como a 15 minutos andando), para cenar y visitar un poco la ciudad. La verdad es que es preciosa, hay muchos restaurantes y mucha animación para salir a tomar una copa, hay bares en los que hay música en directo, desde cantautores hasta gente pinchado pasando por un duo de un contrabajo y una trompeta tocando Jazz. Es una ciudad perfecta para visitar con la pareja, yo como no tengo… (alguna se apunta????).

Nos comimos una pizza y nos fuimos a tomar una copa en una terraza en la que había un tio pinchando junto a uno acompañando con una batería, muy buenos, realmente el ambiente estaba muy bien.

De vuelta al sobe nos encontramos con una «moto» bastante peculiar, no se como se llaman estos cacharros, pero yo creo que de moto tienen poquito.

Nos levantamos en Rijeka sobre las 9, bajamos a desayunar (entraba en el precio), atendidos por un señor bastante pintoresco que nos ofrecía todo lo que quisiéramos: «eggs? Bacon? More coffe? Tea?», ya con la barriga llena recogimos los petates y empezamos a tirar por la costa de Croacia.

Nuestro objetivo utópico de la jornada era llegar hasta Mostar (Bosnia y Herzegovina), nos parecía utópico porque si realmente llegábamos recuperábamos el día que llevábamos de retraso por lo del ferry, la cuestión era ir tirando y ya veremos lo que hacemos.

La bajada por la costa de Croacia hacia Zadar fue bastante dura, hacia mucho sol, mucho calor, la carretera era pequeña y había mucho trafico, se trataba de ir a 60 de velocidad media y ir adelantando cuando se podía. Ademas, Oriol estuvo a punto de quedarse tirado porque no encontrábamos gasolineras, y su deposito estilo mechero clipper se vaciaba bastante antes que el de mi «pseudo» trail.

Llegamos a Zadar muy acalorados y nos volvimos locos buscando la playa, creo que dimos dos vueltas al pueblo antes de encontrarla. Finalmente pudimos dejar las motos debajo de unos pinos, darnos unos bañitos en el Adriático, y hacernos (y comernos) unos exquisitos bocadillos de fuet con el pan untado en tomate y todo (Oriol es un gourmet).

La idea original era seguir por la costa hasta Split, pero visto lo visto, decidimos ir a coger la autopista de Croacia (porque es LA AUTOPISTA, no tienen otra!), y pasar de los atascos de la costa. Llegamos hasta el final de la autopista y cogimos una carretera de montaña para ir a cruzar la frontera con Bosnia.

Aquí nos ocurrió la primera anécdota Kusturika (si no conocéis las pelis de este señor, os recomiendo «Gato negro, gato blanco»), estábamos repostando en una gasolinera, poco antes de entrar en Bosnia, cuando veo llegar un coche familiar, algo destartalado, en el que el conductor, sin camiseta y con un gorro bastante raro, baja del coche haciendo aspavientos con las manos y señalándonos a nosotros mientras les cuenta emocionado noseque a su mujer y sus hijos, los cuales pasan de el y se meten en un bar. Veo que el tio viene hacia mi diciéndome, «electronic injection, electronic injection», señalándome la moto y haciendo gestos como pidiéndome que de gas, yo, que estoy repostando intento decirle que ahora no puedo, por suerte en ese momento, Oriol saca el mapa para ver por donde vamos, y el tio se dirige entusiasmado hacia el a indicarle (en bosnio), por donde tenemos que pasar. El pobre Oriol diciéndole que si que si para sacárselo de encima…

Justo pasada la frontera con bosnia, quizá el segundo pueblo que pasábamos, nos dejo alucinados, eran todo como casas de urbanización, la típica casita mona de dos plantas con garaje y un jardín delante pero los jardines estaban todos llenos de coches desballestados, pero en pilas, uno encima del otro, imaginamos que seria un pueblo que debe su riqueza al comercio con chatarra… Este fue el segundo gran momento Kusturika.

Algunas horas de carretera mas tarde finalmente llegamos a Mostar. Estuvimos dando unas vueltas buscando «sobe» (curiosamente así se llaman allí los sitios para dormir), la mayoría son casas particulares que alquilan sus habitaciones por un precio bastante asequible, buscando pasamos por delante de una casa en la que había un cartel luminoso en el que ponía que tenían parquing, «Pansion Rose» se llamaba, preguntamos y nos dijeron que estaban llenos, pero que podían ofrecernos dejar la motos en el parquing y dormir en otro sobe de un familiar suyo que quedaba en la calle de abajo, aceptamos. Dejamos las motos allí y al momento llego un tio con un coche a buscarnos y nos llevo con las maletas a su casa a dormir. El sito era perfecto, teníamos baño, y aire acondicionado en la habitación.

Salimos a cenar y a dar una vuelta por Mostar, el centro es realmente bonito, bastante turístico pero tampoco esta muy saturado, la mayoría de turistas son Croatas. Son todo calles adoquinadas, con casitas pequeñas, el río cruzando por debajo, muchos puentes, por la noche hay muchos bares para salir a tomar algo, y lo que mas perplejos nos dejo: Las chicas son preciosas, altísimas, muy elegantes, y con mucha… digamos presencia, especialmente el el torso superior delantero…

Cenamos unos cebapchichi y como estábamos bastante cansados nos fuimos a dormir.

Me levanta el despertador que había puesto preventivamente a las 10, Oriol sigue durmiendo todo lo que pueda y yo me voy a duchar, salgo de la habitación, me voy para las duchas, y justo cuando empiezo a ducharme golpean la puerta y me dicen en ingles marcarroni que hay que dejar las habitaciones a las 10 en punto, le digo que si que si y me sigo duchando, a media ducha oigo a Oriol al que también le están comiendo el tarro con lo mismo, pues vaya mierda de margen para dormir nos han dado.

Recogemos todo y nos largamos, habíamos planificado la ruta dejando dos días de margen para tener libertad para modificarla, el ferry que no habíamos cogido nos tenia que dejar en Zadar (Croacia) y luego bajar hasta Split (Croacia) para dormir. Boloña – Split en un día era demasiado así que decidimos que llegábamos hasta Rijeka (Croacia) y ya iríamos remodelando la ruta.

Tirando por autopista, estábamos probando los walkies para moto que Oriol compro en el Lidl cuando de pronto veo a Oriol rebuscando en su bolsillo y veo como su walkie pega dos botes en el asfalto y me pasa casi por encima, adiós a hablar entre motos. Dimos la vuelta y volvimos a pasar porque Oriol no se resignaba al hecho de que su walkie estaría hecho polvo, pero ya ni lo encontramos.

Algo mas adelante nos dimos cuenta que íbamos a pasar por Venecia, así que paramos a visitar esta mítica ciudad Italiana. Para llegar a Venecia cruzas un puente bastante largo para llegar a unos aparcamientos en los que hay que dejar los vehículos. Estaban todos llenos, había una zona para motos pero estaba también llenísima, finalmente vimos un coche que salia y decidimos aparcar ahí, no sin antes pelearnos con un Italiano que afirmaba llevar mas rato esperando que nosotros.

Hacia un calor terrible, así que lo primero que hicimos fue comprar agua y unas porciones de fruta que vendían en vasos de plástico. Estuvimos dando una vuelta sin rumbo, perdiéndonos por los callejones, al final, tuvimos que usar el GPS para llegar a la famosa plaza San Marco. Es una ciudad muy bonita, seguramente la única de Europa que es solo para peatones, la lastima es que esta muy masificada por el turismo. Creo que es una ciudad interesante para visitar fuera de temporada, con menos gente.

De tanto andar nos entro hambre, decidimos comer en Venecia, encontramos una terracita bastante fresca en las que nos comimos unas pizzas bastante buenas (hay una pizzeria italiana en Sant Andreu en la que las hacen mas buenas).

Venecia estaba muy bien, pero teníamos que llegar hasta Rijeka, así que volvimos al aparcamiento a por las motos y… sorpresa! Una multa para cada uno! Nos las guardamos de recuerdo (No todo el mundo tiene una multa del ayuntamiento de Venecia) y nos largamos de ahí antes de que algún «polizia» nos la quisiese cobrar.

En un par de horas largas de autopista llegamos a la frontera con Eslovenia, allí nos informan de que para usar las autopistas de Eslovenia hay que comprar una especie de pase que te permite usarlas durante un periodo de tiempo, ahora no vamos a coger autopista en Eslovenia, pero nos va bien saberlo para la vuelta.

Un trocito muy corto por Eslovenia por una carreteras bastante divertidas y llenas de moteros y llegamos a la primera frontera real (no Europea), la frontera con Croacia, es en una carretera de montaña y el puesto fronterizo es una casita pequeña con una barrera. Primero cruzamos el puesto Esloveno y cien metros mas adelante el de Croacia, en este ultimo el guarda nos dice «viva España!» y Oriol le dice «si, i visca Catalunya!», el guarda todo raro nos dice «oh yes…» y voy yo y le suelto «i visca el Barça!» ahí el tio yo creo que ya pensaba que le estábamos vacilando asi que nos puso mala cara y nos dijo que tiráramos.

Al rato finalmente llegamos a Rijeka, es una ciudad pequeña, no demasiado bonita, con una estética bastante industrial, como de trabajadores, el centro era algo mas bonito y turístico, había un par de hoteles, Oriol paro a preguntar en uno de los hoteles, mientras esperaba a mi me vino una camarera bastante maja flipando con mi moto diciéndome que era muy bonita, que le gustaban mucho las suzuki, yo como soy un cagado y ademas iba todo sudado desestime la opcion de ligar por lo que Oriol se estubo riendo de mi un rato.

Finalmente, saliendo de Rijeka encontramos una especie de hotel (parecía mas un camping pero no había tiendas) que era bastante asequible para dormir. Ahí nos instalamos, cenamos unos cebapchichi (unas salichitas pequeñas con sabor a churrasco normalmente servidas dentro de un pan parecido a la pita) muy típico de los Balcanes y no recuerdo que platos mas y nos fuimos a descansar.

Nos despertamos con el barco moviéndose bastante, hay mala mar, subimos a cubierta, hace un día soleado, el sol hasta hace daño a la vista, no se ven unas olas espectaculares como en las películas, simplemente hay muchas pequeñas olas que parece que vienen de lado y hacen que el ferry se balancee constantemente.

Desayunamos y damos una vuelta por el barco, no es muy grande, hay una planta solo para camarotes, tres plantas de bodega para vehículos (a las que no nos dejan acceder), una planta de servicios con un bar con una piscina (bastante cutre y que esta vacía), una sala recreativa con maquinas recreativas de hace 20 años (que ademas esta cerrada por mantenimiento), un casino también cerrado, un piano bar (sin piano), un restaurante y la cafetería donde comíamos la gente de a pie. Ah, también había una sala que hacia las funciones de mesquita para que los musulmanes rezaran.

Todo el barco era bastante un laberinto hasta que no le cogías el truco a moverte por ahí, también nos dimos una vuelta por la sala de butacas en las que dormía la gente que viajaba sin camarote, bastante cutre, mantas por el suelo, olía bastante a tigre, la verdad, vale la pena coger un camarote compartido.

Muy aburridos, después de dar vueltas por el barco, encontramos una pantalla en la que aparece en un mapa la situación de barco, las horas que quedan para llegar y otros datos, vemos que el barco esta un poco por encima del «cap de creus» y que avanza a la vertiginosa velocidad de 40 km/h, se nos caen los huevos al suelo.

Llega la hora de comer y comemos el menú de la cafetería, es bastante comible, aunque caro, todo en general en el barco es muy caro.

Subimos a cubierta y encontramos dos tumbonas libres, así que nos ponemos a tomar el sol, a Oriol se le ocurre ponerse la braga tapándole los ojos para que el sol no le moleste para dormir. Tres horas después nos despertamos, bastante quemados del sol, y Oriol con una bonita franja blanca a modo de antifaz en la cara que le hace parecer un híbrido entre hobbit y mapache.

A partir de aquí estuvimos pasando el tiempo como pudimos, merendamos, dimos vueltas, nos fuimos al camarote a dormir.

Nuestro plan inicial era llegar a Genova por la tarde, conducir hasta Boloña (en donde habíamos reservado habitación), y la mañana siguiente llegar a Ancona para coger otro ferry hasta Zadar (Croacia). Decidimos que ya no llegaríamos a coger el ferry a tiempo (a no ser que conducieramos toda la noche), así que nuestro nuevo objetivo era al menos llegar a Boloña a dormir.

Cenamos en la cafetería, y seguimos perdiendo el tiempo, al final, llegamos a Genova a las 12 de la noche y desembarcamos a la 1 de la madrugada.

Tirada bastante pesada de 300 km de autopista hasta Boloña, finalmente llegamos al albergue a las 4 y pico de la madrugada, el tio del albergue flipa, nos instalamos y le preguntamos a que hora tenemos que dejar libre la habitación, at 10 o clock, al ver nuestras caras nos dice que intentara que hagan la limpieza de nuestra habitación la ultima, así tendremos un poco mas de margen para dormir. Nos acostamos hechos polvo, son casi las 5 de la madrugada.

Oriol y un servidor, nerviosillos como somos quedamos sobre las 6 de la tarde en su casa para ultimar preparativos, nuestro barco salia a las 12 de la noche y había que estar ahí sobre las 9 para cargar.

Nos faltaba a los dos un juego de bombillas de repuesto así que nos fuimos a una tienda a por ellas, para Oriol hay, pero para mi no, bueno, tengo dos bombillas delante, no creo que fallen las dos…

Como no teníamos nada mas que hacer nos fuimos para el puerto, ahí, después de jugar al tetris pasando entre camiones que estaban colapsando el acceso al muelle, entramos en el recinto y dejamos las motos aparcadas en la cola para embarcar. Faltan todavía dos horitas para embarcar así que nos vamos a cenar por el Paralel de Barcelona.

Al volver de cenar, encontramos la cola de vehículos ya bastante mas llena, como falta poco para embarcar, nos quedamos por ahí. A partir de aquí empiezan a pasar las horas, preguntamos en las oficinas y nos dicen que nuestro ferry viene de Tanger, que hay mala mar y va a llegar con retraso. Siguen pasando las horas, hacemos de todo, nos las apañamos para dormir encima de las motos, pasamos el tiempo mirando los barcos, las gaviotas, las chicas, odiamos a un tipo insoportable que no para de comer pipas y tirarlas al suelo…

Llega nuestro barco, creíamos que íbamos a subir pero no, antes tienen que bajar todos los vehículos que vienen de Marruecos, y claro, hay inspecciones antidroga de la GC. Nos entretenemos viendo los registros y flipando con los coches que bajan, desde cochazos de lujo hasta autocaravanas 4×4!

Finalmente, sobre las 3 y media de la madrugada empezamos a subir al barco, una vez en la bodega, supervisamos atentamente el amarre de nuestras motos y nos vamos a buscar el camarote. La planta de los camarotes es un laberinto, peor que perderse dentro de una pirámide egipcia, sospecho que había hasta trampas, finalmente, sobre las 5 de la madrugada nos tumbamos en el camarote que compartíamos con un chico africano y uno italiano.